miércoles, 26 de mayo de 2021

la hora de los amaneceres

Lo que tienen de asombroso los amaneceres es que cuestan trabajo:
uno tiene que pelear contra su propio cuerpo como si fuéramos dos bestias.

y digo fuéramos porque somos dos
mi cuerpo y todo lo que no es cuerpo pero que también es mío

La lucha no es como la que Cortázar decía en el capítulo 7 de Rayuela,
sino más bien como la de dos peleadores de MMA:
sangrienta y homoerótica.

A veces, se te cruza algún que otro sueño
casi siempre relacionado con lo que te pasó en esos días
esas cosas que están en la parte de arriba del colchón de pensamientos

Y si los amaneceres cuestan trabajo es porque en la parte de arriba del colchón de pensamientos siempre se acumulan cosas que aparecen y hacen que no nos podamos destapar.

Yo, por ejemplo, sueño siempre con La Piba. 
Hoy, a la hora de los amaneceres, volvió a aparecer La Piba en la parte de arriba del colchón de pensamientos, tapándome y pidiéndome que no me levante mientras me daba besos en el cuello.

Y por eso los amaneceres cuestan trabajo.

Bronca y semen mediante, uno se levanta y contempla los amaneceres.
Uno mira para afuera, capaz chupando un mate;
y uno se da cuenta que todo tedio trae, inexorablemente, maravillas detrás.

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