viernes, 8 de diciembre de 2017

caminos


Presenté este texto como descripción de una fotografía que presenté a un concurso, pero me gustó más el texto.






La calle propicia encuentro fugaces. La fenomenología del encuentro fugaz es una materia de casas de altos estudios:


Una persona va caminando por, no se, Luro. Y ve a otra persona caminando por la misma Luro pero en dirección opuesta. La primer persona, emocionada por el posible encuentro disminuye el paso y se pone las gafas de ver de lejos. Su ritmo cardíaco se acelera. Se arregla disimuladamente, no sea cosa que la otra persona vea que se está arreglando para cruzarla en la calle y mamma mía que desastre si se entera .
Achina los ojos, para ver si la persona realmente es la persona. Pero todavía está a unos 20 metros. Hace tiempo que no puede ver bien así que directamente va a asumir que es la persona y se aclara la garganta para saludar con un "hola, tanto tiempo" (¿o es mejor saludar desinteresadamente con un "que tal"?, no así no se va a dar cuenta lo que mucho que extrañé su forma de hablar, sus anécdotas sin remate y los matecitos amargos de las 7 en la vereda).
Se acerca. Estará a unos, no se, 6 metros. Todo se vuelve vertiginoso: no sabe dónde poner las manos, las cruza primero adelante, después en los bolsillos y atrás todo es muy forzado no entrés en pánico. Un metro, veinte centímetros. Tres centímetros. Esta tan cerca que casi puedo sentir el perfume su perfume. El instante que ambos pasan por el mismo plano de la realidad se hace eterno. Vuelven los recuerdos los olores las sensaciones y la piel de gallina cuando me hablabas al oído. Y así sin más, seguiste de largo. O hasta quizás no eras vos.