viernes, 28 de febrero de 2020

Camino tan despacito que un día tarde siete millones de años en cruzar una cuadra
Mientras caminaba
Se crearon imperios se levantaron monumentos
dinastías enteras fueron asesinadas
por poder y un poco por conveniencia
miles de personas fueron amadas y luego abandonadas
se crearon palabras idiomas se escribieron mil poemas y un millón de novelas
mientras caminaba, el arte fue inventado fue 
fue prohibido
y fue elevado a categoría de religión
Pueblos enteros adoraron a van Gogh le rindieron culto a Yates y
en algunos lugares
a marta minujin
El universo entero fue creado y destruido y vuelto a crear
y yo todavía seguía caminando

mientras se libraban 25.345 guerras de las cuales
ninguna tuvo propósito más que la muerte misma
no pude evitar pensar en las distintas formas
en las que nos decimos las cosas
bajito alto con risas mirando para otro lado
tocándonos la nariz
como escondiéndonos
atrás de una pared de piel

algunas hojitas del suelo se venían levantando por un viento
que tardo nada menos que tres mil años en soplar
y me acordé de todo lo que me daba miedo
los marcianos al ataque la muerte lo desconocido
todas las cosas que quiero hacer y no me animo
todas las beses que no besé y todas las veces que besé sin quererlo realmente
todas las siestas que me dormí abrazado a una mujer que
ahora duerme siestas en otra cama con otras sábanas y con la ventana apuntando a otro punto cardinal

esos tres mil años se me hicieron largos

y cuando estaba llegando
ya no había piso
los árboles de la cuadra habían desaparecido
ni siquiera había viento como para recordarme que era el tiempo o el espacio
estaba ahi flotando en una nebulosa de recuerdos mínimos
oscura y poco defininda hasta que encontré que lo único que había
que era yo





Siete ráfagas de tiros
Un par de galletitas dulces 
Y todas las cosas lindas que alguna vez nos dijeron al oído

La inequívoca destrucción del universo que creamos cada vez que miramos mucho a alguien
Y tres begonias 

No creo que sea completamente necesario
dedicarle poemas a todas las personas
Que habitan inescrupulosamente nuestra cabeza
Pero si le podemos mandar un par de fotos de un cielo verde azul violeta y naranja
Y esperarles sentados mientras a lo lejos canta un pájarito más solo que el atardecer

jueves, 27 de febrero de 2020

soy todas las banderas yanquis que salen en una película de guerra
de repente
el silencio sepulcral

soy todo aquello a lo que alguna vez le tuvimos miedo
sin saber
que la muerte es obligatoria


soy todos los paraguas abiertos en Manila cuando llueve fuerte
siempre que
miento para ganarme tres pesitos

lunes, 24 de febrero de 2020

transcripción de un poema a lápiz y entre paréntesis (o las cosas que son necesarias aclarar)

(el poema me pareció una cagada
así que voy a escribir otro nuevo)

la cama llena de cucarachas
me da miedo
vacía también

(este también me parece una cagada)

besos inmensos como un hospital
el circo cerrado

viernes, 21 de febrero de 2020

no tengo más mocos

Hace dos meses que no tengo mocos. Ni un moquito seco, nada. Y para mí, que soy una persona que se define como un tipo que saca fotos, anda en bici y estornuda todo el tiempo, es rarísimo.
Es como si me faltara un par de líneas de código en mí sistema. Cómo si de repente me levantara un día y no supiera caminar.
Y de los últimos sucesos en mí vida reduzco a dos las posibilidades que me hayan suprimido esto: haber perdido a personas importantes en mí vida, casi tan importantes como la bici o los mocos; o haber empezado a hacer ejercicio.
La versión menos poética pero la más probable es la que el ejercicio haya traído mejoras en mí organismo y que dichas mejoras hayan reducido mis resfríos y secreciones de las mucosas.
La otra, y creo que es con la que me voy a quedar, es que las personas importantes, cuando nos dejan, se llevan algo nuestro para no olvidarnos. A veces es algo material, a veces es algo más sutil. 
Yo creo que en diciembre del año pasado, mientras lloraba en la puerta del ascensor, te dejé mis mocos junto con el buzo rojo.