martes, 21 de octubre de 2014

Para vos.

Todo tiene sentido, todo cambia.

Las luces de la plaza me sorprenden en soledad.

Sin una risa, sin un llanto.

Sin embargo, querida

La soledad se transforma en una sombra

Y la sombra se transforma en tu figura

Y tu figura, luego, desaparece.

Y ya estoy mejor, ya estoy solo.

jueves, 16 de octubre de 2014

Detrás de toda cinta hay un John

Hoy pasé por un gimnasio, y vi a una mujer corriendo en una cinta. Al cabo de una hora, tal vez movido por un explicable automatismo que me obliga a recorrer las mismas calles una y otra vez en un aleph bien borgeano, volví a pasar y volví a ver a la misma mujer corriendo en la misma cinta.
Y esto, disparó muchos pensamientos que voy a tratar de transcribir lo más confusamente que pueda, para que quién lea diga "puta, que tipo pensante".
Ahí va: Creo que en la sociedad moderna, la cultura del gimnasio es algo que se da bastante por sentado, pero que vale la pena analizar.
En primera instancia, debo obligarme a descartar a quienes concurren por motivos de salud al gimnasio, a quienes este (importantísimo) juicio no se aplica. Una vez descartados, nos queda la otra porción de gente que determina su existencia a través de la mirada de los otros y que, sin saber tal vez, contribuye con la cultura del auto-engaño y la superficialidad. Ojo, con esto no quiero decir que la mujer que vi dos veces correr por la misma cinta sea superficial, sólo el desarrollo de una idea se gesta acá.
La musculatura que se desarrolla en un gimnasio y la figura corporal que resulta de un duro entrenamiento con peso y aparatos, representa el fenotipo de humano que ofrecen las marcas y los medios como socialmente aceptable, como bello.
Y las necesidades creadas por empresas me tienen los huevos al plato a esta altura del partido. Te ponen estándares de belleza inalcanzables para fomentar la inseguridad y la idea que necesitamos cosas para que nos quieran e; inevitablemente, los que nos terminamos convirtiendo en cosas somos nosotros. Y la bronca que me mueve a escribir es la misma que se genera de sentir que soy parte de ese mismo sistema y que inequívocamente estoy siendo influenciado de la misma manera que las personas que van al gimnasio, porque a mi también me angustia no ser bello, no ser querido. Por eso la idea no es poner a la gente contra la gente, sino a la gente unida en contra de las cosas  en las cuales nos estamos convirtiendo.
Por eso, un gimnasio con fotos de gente musculosa, por ende bella, no nos hace bien, no nos hace más saludables. Nos genera dependencia a las mismas máquinas que nos genera la masa muscular, y si éstas no nos dieran el grado de belleza deseado, los suplementos vitamínicos para poder ser bello; cosa que roza suavemente con la cosmética.
Y ahí es cuando en la cabeza aparece John Hermannes II. John roza con la punta de su lustrada calva los setenta años, pesa unos cien kilogramos y tiene dos, o tal vez tres hijos. Le gusta fumar habanos cubanos hechos a manos y tomar whisky del mejor. Pero eso, sumado a los trajes de seda que viste y su consecuente mantenimiento, representa naturalmente un gasto elevado mensual. Sin contar los execrablemente lujosos viajes alrededor del mundo que realiza dos o tres veces al año.
Entonces, inevitablemente debe idear algún plan para poder mantener este estilo de vida que, parece caerle como anillo al dedo. Desde su posición de CEO de una multinacional puede hacer uso de alguna que otra triquiñuela. Cómo vende productos de cosmética (entre los que incluye alguno que otro producto relacionado al fitness) y tiene interés en alguna que otra cadena de gimnasios de primera línea, decide poner en práctica una triquiñuela de las anteriormente mencionadas. Comprueba que, la gente va más al gimnasio y compra más de sus productos cuando siente que no es suficiente, cuando siente que no le alcanza lo que tiene para ser amado, como una novia confundida.
Entonces, en orden de poder comprar ese traje color caqui o tal vez una mansión en la riviera, decide incrementar sus ventas. ¿Cómo? Simple, haciendo sentir a la gente menos deseable (nótese que manejo el amor como una consecuencia del deseo). Mediante trucos de magia, trucos de luces, químicos y algo de photoshop, convertirá a uno de sus empleados que casualmente es su cliente también, en un cartel que pondrá en todos sus gimnasios para que sus otros clientes sueñen ser ese empleado suyo que sueña con ser su cliente.
Más allá de la circularidad abstracta y la simpleza del relato, tal vez sirve para ilustrar un poco mejor la idea; me gusta un poco más hablar de las ideas que de las personas como me gusta hablar más de ojos y sonrisas que de tetas y culos; pero a veces caigo en la contradicción de hablar de personas (como el pobre John) en orden de hablar de ideas, como caigo en hablar de tetas y culos cuando en realidad quiero hablar de ojos y sonrisas.
Compremos menos y vivamos más.

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martes, 14 de octubre de 2014

De la ilusioria bifrontalidad

Hasta hace poco, la idea de que somos alguien en otra parte, de que tenemos otra cara y vivimos dos vidas de manera simultánea se veía claro en los espejos de mi mundo.
Así, yo por la mañana desayunaba dos veces, a veces en dos lugares diferentes y a veces las dos veces en el mismo lugar (lo cual era más satisfactorio), me cambiaba dos veces y salía dos veces al trabajo, a veces en lugares diferentes y a veces al mismo horario.
Y la complementaridad de ese ilusorio ser bifronte que me creía solía dotarme de una coraza que invulnerabilizaba y me garantizaba que si me moría me quedaba un rostro en el cual vivir.
Mas un día, producto del odio de los idólatras tal vez, simplemente me levanté una sola vez, desayuné una sola vez y partí únicamente con un rostro al trabajo. Y me pareció de lo más extraño, mas la ligereza de los pasos y la ausencia del otro rostro que me brindaba coraza, pude atisbar por un momento la eternidad. Cada paso lleno de miedo, lleno de violeta, me garantiza una aventura instantánea, una eterna admiración por la naturaleza dado a través del permanente re-descubrir de los colores y las formas. Nuevas in-seguridades, nuevo miedo a la muerte, nueva pasión por vivir son las ideas que ahora re-emplazaron a la cara que me miraba del otro lado del espejo cuando me des-pertaba.
 Hoy caminé por la plaza 3 de Febrero camino al trabajo, y esa ausencia se convirtió en gloriosa. Un árbol me sumergió en el mundo de sus hojas, dónde miles de seres diminutos (supongo) viven en armonía, o no. Vi las cadenas de moléculas interactuar y me vi sobre una hoja mirando al cosmos in-finito y temiendo por no trascender-me, por no quedarme en el universo fantástico. Una gota de sudor subió por mi frente mientras miraba a las hormigas escalar hasta alcanzar ese cielo fangoso y lleno de colillas.
Fui un pájaro y las hojas de los árboles, fui las estrellas y fui Dios, y sin embargo sólo estaba mirando un árbol. Tal vez, con mi otro rostro no lo hubiese podido ser, tal vez si.
Quién sabe.
Cuando la eternidad de la plaza se convirtió en cenizas en mis manos, comencé a considerar si en realidad mi otra cara alguna vez había existido, o sólo era una razón para protegerme del miedo a Dios, del miedo a los árboles.
Quién sabe.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Un fauno y el viento

A veces es difícil expresarse con tantas voces y tantas plastilinas de colores dando vueltas en la cabeza. Cortázar decía algo como que las palabras no alcanzan para decir cuando lo que se quiere decir desborda el alma, o algo así. Y despúes está eso de las fotografías que valen como mil palabras, pero como lo que uno quiere decir viene acompañada de una desmesura pocas veces vista creo que ni diez fotografías alcanzan para decirlo. Diez, porque decir mil fotos equivale a mil al cuadrado de palabras y no se si tantas sirven de algo. Los teólogos por ahí te dicen otra cosa. Yo no. Por eso es que me gusta tanto el teatro.
  Te quedás sentado en una silla y, pum. Mil voces y mil relámpagos te salen de adentro para decir todo lo que te callaste. Y no te queda otra que llorar, dejar que relámpagos y las voces que dicen las mil cosas contenidas en una de las fotos del párrafo anterior se conviertan en agua y sal. Y ni una palabra, puros relámpagos.
  Y entonces todo se vuelve un cachito más claro, la vida, la carne y todo lo que vivís se convierte en la plastilína que estaba antes en tu cabeza y ahora la usas moldear el mundo. Y de repente sos chiquito, hay faunos, hay lagartijas y la poesía redunda hasta en un biombo o en el viento.
Todo es un poco más fácil.

Hoy lei a Borges y surgió un camino

A veces, mientras caminamos los caminos que se bifurcan, los caminamos de diferentes formas.
Para atrás, para adelante, solos, acompañados de otros yo que caminan para adelante mientras nosotros caminamos para atrás y viceversa, y también en el mismo sentido.
Todo muy borgeano, muy laberíntico. Y bueno, en los caminos pasan cosas. Miramos, olemos y sentimos cosas.
Y a veces, perdemos cosas.
Cuando nos damos cuenta, primero nos angustiamos, pero después de un tiempito nos damos cuenta que caminamos más ligero.
Y encontramos otras cosas que habíamos perdido antes que, tal vez, eran un poco más importantes.

lunes, 6 de octubre de 2014

el alma-gruyere

Amarillo y agujeros,
los indivisibles, gruyerianos rasgos del alma
amarillo y agujeros
A más alma, más amarillo y más agujeros
amarillo y agujeros
A más agujeros, menos alma y menos queso.

Amarillo y agujeros,
el viento que pasa a través de los agujeros
amarillo y agujeros
embolsa la campera que pasa a través del queso
amarillo y agujeros
A más viento, más se embolsa la campera.

Y me vuelo,
amarillo y agujeros
me vuelo como cuando era chico y tenía poco queso y pocos agujeros,
amarillos y ajugueros
antes por falta de queso y ahora por exceso de ajugueros
amarillo y ajugueros
y lloro cuanto más viento hay.

Cada vez más agujeros, menos queso y más me vuelo.
Me pierdo entre tantos ajugueros, tanto que ya no soy más que un ajuguero volando.