miércoles, 15 de agosto de 2018

EL DÍA QUE ME DI CUENTA QUE BAILABA BIEN

Hace unos años, estaba convencido de muchas cosas.
De que iba a recibirme de una licenciatura en la facultad de económicas, de que iba a trabajar de eso, de que iba a ser exitoso ¡que viva el exito! de que iba a ser un gran instructor de aikido de que me iba a casar ¡de que tenía cierto control sobre mi vida!. Pero lo que más me llama la atención ahora es que yo pensaba estaba convencido como quién sabe cuantas manos tiene: no sabía bailar.
De que era duro de que no tenía ritmo tronco maleta y que la pasaba mal en fiestas y bailables porque las caderas estaban soldadas firmemente.
Por eso me levantaba y trabajaba algunas horas en la dietética y cursaba en económicas y bicicleteaba por las calles y eventualmente sentaba el culo a estudiar y cuando iba a fiestas y juntadas y boliches (que no era muy frecuentemente) no bailaba. O bailaba timidamente como para pasar desapercibido entre los vasitos de plástico altos y la gente medio fashion que se pavonea y esa palabra le queda más que bien a esa gente.
Lo peor es que por más que haga fuerza no logro recordar el momento exacto en el que me di cuenta que bailaba bien. Y no pudo haber sido un proceso de aprendizaje de cero porque no recuerdo haber tomado clases de baile ni de haber tenido una epifanía en el medio de una pista. Pero tiene que haber pasado necesariamente
y se me explotó el cerebro y las piernas y las caderas y me di cuenta que bailaba bien porque de repente todo se volvía un baile desde preparar el café hasta caminar por la calle realmente bailaba bien porque gustaba que bailara bien aunque no supiera lo que estaba haciendo gustaba tanto que cuando bailaba con una piba desde el movimiento de la cadera se proyectaba con la fuerza de un latigazo que iba todo rojo hasta el techo del salón y  cuando volvía casi siempre terminaba en un beso todo apretujado a oscuras
Cuando bailaba solo pegaba todos los tiempos y me deslizaba entre tiempo y tiempo como uan anguila pasa por las aberturas de una piedra erosionada
Cuando bailaba solo la electricidad de los amplificadores puestos en rincones iban directo a mis rodillas y a mis manos y a mis parpados llenos de miedo y fernet de segunda marca
hace unos años estaba convencido de muchas cosas
hoy estoy convencido de otras
y dentro de unos años quien sabe


lunes, 13 de agosto de 2018

adivinen como se llama el poema

no se vayan

no se vayan 
pataleos de verdades caprichosas
sin hacer ruido verde

no se vayan
años de juventud laxa y moderna
abajo de un mostrador de una ferreteria

no se vayan 
garches en una terraza apurada
a la muerte de la habitación matrimonial

no se vayan 
amigos de la infancia
a donde no los pueda seguir (vengan que seguimos el partido en patas)

no se vayan
abuelas
a los brazos de la inexistencia 

no se vayan 
inspiraciones melancólicas
a la feliz rutina de una vida exitosa

no se vayan
glorias del desamor
a una quietud esterta del beso conocido

no se vayan

miércoles, 8 de agosto de 2018