¿Vos podés creer que el tipo quería sostener la muerte entre el índice y el pulgar?
Que salame, por favor
martes, 20 de abril de 2021
sábado, 17 de abril de 2021
las veces que existimos
pensando que tenía la forma de tu cara,
los pajaritos que teníamos en la garganta
viernes, 16 de abril de 2021
lunes, 12 de abril de 2021
todas mis ciudades
sueño con ascensores
que me llevan a pisos desconocidos
llenos de figuras alguiformes,
todas tan calladas como yo
sueño con gigantes metàlicos
que aparecen para destruir todas mis ciudades
mientras me escondo cobardemente
tras puertas fuertes
sueño con mujeres que ya me olvidaron
por lo menos 4 veces a la semana,
se ve que siguen escondidas
atrás de mis párpados
sueño que me matan a balazos
y caigo por escaleras infinitas
y que intento patear pelotas
y que vuelo
y que cojo con ángeles
y que escribo buena poesía
y que estoy en pakistán tomando té verde
y que me cuentan secretos en penumbras
sueño con todas las cosas que pudieron ser pero no.
domingo, 11 de abril de 2021
martes, 6 de abril de 2021
el último poeta de esta casa
El último poeta de esta casa murió un domingo a las 15 horas.
Murió después de ponerse su boina de gabardina,
como quién se pone sus alas para sobrevolar el atlántico;
pues la boina le servía para escribir,
pero también para pensar y también para sentir,
como si entre los hilos de algodón marrón
hubiera fragmentos de una luna o de un ángel
que lo ayudaban a escribir y a pensar y a sentir.
Escribía generalmente, sin pensar demasiado,
de lo que le salía del pozo
digo de su alma
digo
digo
digo
a veces escribía sobre los amores que se le perdieron entre los cabellos de la lluvia,
a veces sobre cacatúas que nunca vio ni acarició,
de las veces que cogió con ángeles
y con los mismos fragmentos de la luna
que fueron encontrados en su boina después de su última muerte.
Ah,
El último poeta de esta casa murió más de una vez.
Para ser preciso, murió unas 4315 veces,
una por cada poema que escribió
y una por cada poema que pensó escribir.
El último poeta de esta casa yace
con las sienes desangradas como dos canillas sucias
en el sillón del living con una lapicera todavía en la mano.
Los ángeles de la boina lloran mientras
lo envuelven con un manto plateado.
Alguno que otro canta sobre las proezas diminutas que se le atribuyen:
de la vez que contó todos los pelos de su pierna derecha,
de la vez que pudo saltar un charco enorme sin mojarse,
de la vez que lloró después de confesar su amor a una mujer que ya lo olvidó.
Antes de morir, me cantaron los ángeles,
el último poeta de esta casa recitó algunos versitos que se sabía de memoria,
pero que no quedaron escritos en ningún papel.
Ya no me los acuerdo.
El último poeta de esta casa murió, de una vez por todas, su última muerte.
todas las cosas que sos
sos todas las nebulizaciones que me hice cuando era chico,
todas las fichitas que encontrás abajo de un flipper,
una catarata de centuriones cayendo ruidosamente sobre una estepa germánica
sos ese sueño que sólo te acordás hasta las diez de la mañana
y ese comentario desafortunado que hice hace seis meses,
también sos el recuerdo de ese comentario que aparece una mañana fría de julio
mientras estoy acostado tratando de acordarme de un sueño
sos el temblor que te produce un enojo y todos los ruidos que se amplifican con él,
una galletita olvidada al alcance de un perro labrador tonto y bueno,
y también todas las supernovas de la galaxia
Sos una flor, terrible y muda.
lunes, 5 de abril de 2021
3.46 am
es la hora en la que todas las canciones son tristes,
en la que te acordás de todos los besos que diste
y que se evaporaron como un pétalo de agua,
es la hora en la que te acordás de todos los poemas
que hablan de las sombras naranja de la tarde,
de las galletitas que compartiste en silencio