A Julio:
Quizás fuera la sensación de que el piso tenía otro color, o quizás el hecho de que él estuvo toda la tarde pintando pajareras oxidadas de violado (¿o era ese rojo rubor?), como ese labial que se me quedó a medio terminar sobre la mesita de mármol dónde me maquillaba y lloraba.
Quizás fuera la sensación de que él se reía de mi, o quizás el hecho de que la sopa le gustara tanto como a mi los ojos graves de Ralph, lo que hizo que la jaula color violado que con tanto fervor pintó lo tuviera como huésped una vez más, para siempre.
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