jueves, 16 de octubre de 2025

16 de octubre, segunda entrada

 Son las doce y media de la noche, llegué recién a casa. Marian se fue a Estados Unidos, y ya no va a volver hasta marzo. Espero poder volver a verlo, es un pibe muy tranquilo y me cae macanudísimo. Debe ser interesante trabajar en la fórmula 1. Si consigo los pelpas me gustaría hacerlo un tiempo. 
El trabajo transcurrió rápido y sin sobresaltos, justo como me gusta trabajar. El trabajo de restorán tiene algo de gratificante cuando está bien hecho y los clientes se van contentos. Es un hechizo sutil que no tienen otros trabajos de atención al público, mucho menos el trabajo en sistemas. Charlé lo suficiente con la gente, pero en el gimnasio entrené solo. Facu me dijo que iba a ir a la mañana pero realmente no me dieron ganas de ir temprano. Mañana veo que voy a hacer. 
Me manché la camisa cono lavandina. Lejía le dicen acá.

Hace más o menos una hora estaba en la vereda esperando que se hiciera la hora. Por la calle venía una pareja de brasileros o portugueses, charlando borrachos. Mientras los miraba pensé en que eso es exactamente lo que había venido a buscar hasta acá. 

Recién Cristian se levantó, fue al baño y me ofreció un helado. Realmente un crack.

entrada del diario de viaje en prosa

16 de octubre: 
Ayer fui a la ciudad antigua, caminé por las calles de piedra fumado, oscilando entre dos sensaciones: fascinación por las escenas pintorescas propias a las de un lugar ajeno y una rabia absoluta que me brota desde la garganta y se me cae por las orejas como lava de un volcán. Comí un kebab y me tomé los trenes del primer mundo, lamentándome no tener un lindo grupo de amigos que me distraiga de los chorros de enojo que ahora derriten y agujerean los adoquines. Idealmente sería como el grupo de amigos que tiene Yas, gente culta y divertida, que se droga y trabaja sin preocupaciones más que la de sacar entradas para el próximo festival y coger sin preocupaciones. Yo, en cambio, estoy sumido en la negrura de la supervivencia propia de un inmigrante, pensando un poco en el trabajo y otro poco en el que no soy amado. Es realmente un espiral del que había podido salir con mucho estudio, terapia y esfuerzo, y ahora vuelvo a ese punto en el que no puedo proyectar más allá de las próximas semanas. 
Lo único que puedo hacer es reconfortarme en el hecho de que acá cobro el doble de lo que cobraba en Argentina, un pensamiento mezquino; pero de algo me tengo que agarrar. 
Si puedo ahorrar unas buenas monedas, me gustaría ir a China el próximo año.

diario de un viaje en verso

estoy acá
sentado
sin saber bien qué hacer de mi vida
no es como era hace dos meses
que sabía exactamente
al detalle
lo que iba a hacer
dos o tres meses
algunos trámites
un par de paseos
fronteras
y un nuevo trabajo
amigos sofisticados
un amor esperándome
acá las cosas son distintas
pero iguales
sigo pasando mucho tiempo solo
el amor que vine a buscar
fue como subir una escalera
muy pero muy empinada
durante mucho tiempo
que de repente
así sin más
se quedó sin escalones
tal y como pensé que podía pasar
como me dijo mi psicóloga
que iba a pasar
las olas de este lado del mar
no me calman
no me hacen acordar a alfonsina
no encuentro un taller
que se de en una casa de piedra
no encuentro amores imposibles
acá todo tiene la sobriedad 
de los panza llena
que buscan quejarse de cosas absurdas
porque no tienen problemas reales
estoy acá
pensando en todo lo que tenía
y que no supe verlo
amigos que me cuidaban
un trabajo lindo estable y fácil
dos o tres chicas que me querían
lloré más veces de las que hubiese querido
tengo mucha bronca
por las mentiras que me dijeron
por la forma en las que la creí
no hubo ni paseos por nápoles
ni juegos ni complicidades
ni la idea de envejecer juntos
tengo que recordar
de ahora en más
antes de salir de casa
que las cosas nunca son 
cómo te las prometen
en este poema
no puse ningún recurso
no hice ninguna alegoría
ninguna anáfora
supongo que estoy
enceguecido del enojo
es un diario en verso
en el que vuelco 
una vida
que me resulta ajena
un lagartito
camina por la pared
no hay allá lagartitos
ni tantos mosquitos
ni un gomero 
ni un golden bueno
ni un tipo enojado
escribiendo en un patio
que no es suyo
ni de nadie